III. Últimos intentos
Entre noviembre y diciembre de 2015, Spencer Tunick tuvo su más larga estadía en Chile. Vivió durante casi veinte días entre hoteles boutique y pequeños apartamentos en los barrios de Lastarria y Bellas Artes en Santiago. Recorrió también San Pedro de Atacama, los géisers del Tatio y el Valle de la Luna, además del puerto de Valparaíso. Buscaba locaciones y permisos para un nuevo y más ambicioso proyecto en Chile junto a un equipo encabezado por nuevamente por el productor Luis Venegas, quien costeó todos sus gastos, y el curador chileno radicado en Estados Unidos Christian Viveros-Fauné, amigo de Tunick hace más de 20 años.
“Spencer sabe que cuando lo conocí no me gustaba tanto su obra, y con el tiempo entendí la dimensión social que tiene. Por eso, cuando a él le preguntan por Chile sabe que tiene algo pendiente, un deseo de cerrar el bucle. Y cuando me subí al barco de este proyecto lo hice no sólo como curador sino como interlocutor, para poder explicarle a él no en español sino el chilensis del asunto y cómo funciona el medio de las artes visuales en Chile. Un proyecto de estas dimensiones requería un alto nivel de producción que difícilmente se puede lograr en Chile”, explica Viveros-Fauné.
* “Su tema era el río y él pensaba también hacer fotografías a mujeres desnudas en el Parque de las Esculturas. Incluso en algún momento se pensó en una gran calle que podría haber sido Providencia, pero eso nunca se materializó. Finalmente, no le hice seguimiento»
El fotógrafo planificó una serie de instalaciones en cada uno de los lugares que visitó a fines de 2015: imaginó, por ejemplo, unos 200 cuerpos pintados color bronce al interior de la mina de Chuquicamata, otros 300 al amanecer sobre el Valle de la Luna, un tercer grupo a bordo de un barco de la Marina en Valparaíso y hasta uno de sus retratos masivos en las graderías del Estadio Nacional, en Santiago.
“Se pensó incluso hacer algo en Villa Grimaldi y vincular el trabajo de Spencer con la historia política de Chile, lo cual pudo haber sido una pésima idea”, opina hoy Viveros-Fauné. Al proyecto se sumaron también la productora argentina Débora Montaner y el realizador audiovisual Pablo Mantilla, por entonces director de contenidos de ARTV y a cargo de la dirección de un documental titulado Invisible Man que registraría la trastienda del regreso de Tunick a Chile. El tráiler aún circula en la web.
“Se habló de la realización de un documental que tuviera una pata publicitaria que iba a servir para su distribución y conseguir financiamiento, tanto del proyecto fotográfico de Tunick como para la distribución de la película en salas”, explica Mantilla, quien a fines de ese mismo año viajó junto al artista a Estados Unidos con su cámara. Conoció su casa, a su familia y a la celebridad en su espacio más privado.
“Cuando lo conocí, creo que como cualquier chileno me enfrenté a Tunick como una especie de rockstar. Luego me di cuenta de que él no es tan excéntrico como parece”, dice Mantilla. “Logra vivir muy bien de su arte, sus libros se venden bien, vive cómodo, se mantiene vigente y entiendo que además vende su trabajo en galerías. Y Chile está dentro de esa ruta artística. Es un tipo bonachón y relajado. Nunca se curó ni fumó un pito. Creo que él no necesita nada de eso porque suele ser muy callado y contemplativo. Todo eso lo vimos y registramos en su casa para el documental, en contraste con la celebridad que es cuando anda de paso por Chile”, agrega.
A poco andar, la iniciativa perdió fuerza debido a la falta de fondos. Al interior del equipo resonaban marcas y empresas interesadas como Movistar y Minera Escondida. Sin embargo, ni una de ellas ni ninguna otra financió el proyecto.
* El fotógrafo planificó una serie de instalaciones en cada uno de los lugares que visitó a fines de 2015: imaginó, por ejemplo, unos 200 cuerpos pintados color bronce al interior de la mina de Chuquicamata, otros 300 al amanecer sobre el Valle de la Luna, un tercer grupo a bordo de un barco de la Marina en Valparaíso y hasta uno de sus retratos masivos en las graderías del Estadio Nacional, en Santiago.
“Teníamos todos los permisos necesarios, además de la logística, pero el presupuesto no dio, no hubo apoyo de las marcas y el proyecto no se pudo producir”, revela desde Buenos Aires la productora Débora Montaner. “Yo digo además que Tunick cobró una parte importante del proyecto. Luis (Venegas) no contó con apoyo de nadie, todo fue financiado por él. Perdió plata y tiempo con este proyecto”.
Mantilla suma otro factor que pudo haber incidido en el desincentivo del aporte de privados: “La nueva obra de Spencer Tunick tenía un trasfondo más conceptual y artístico que pudo no haber parecido tan rentable ni tan atractivo para las marcas”.
Viveros-Fauné agrega: “Chile es un país difícil de trabajar. Las instituciones culturales y el coleccionismo de arte están en pañales. Y con todo en pañales, era necesario tener un pie institucional para desarrollar el proyecto, mantener una credibilidad artística, y al mismo tiempo buscar platas privadas que venían, en este caso, de un canal de televisión que luego implicaron relaciones con marcas e intereses publicitarios. Así iba a ser, pero se iban a intentar minimizar. No nos tomó por sorpresa, pero llegó un momento en que Spencer dijo que todo se estaba diluyendo y que no quería seguir. Le estaban exigiendo incluso recargar todo con logos, camisetas, gorras y cosas de ese estilo en sus fotografías, y él no aceptó”, revela.
El productor Luis Venegas, principal financista del regreso de Spencer Tunick a Chile, fue contactado por The Clinic para este artículo pero no accedió a dar más detalles. Nada más comenta: “El proyecto está suspendido, no abandonado”. Dice además que ha seguido en contacto con Spencer Tunick, pero el fotógrafo asegura que no ha sido así.
Al comienzo de este artículo se reproduce el contenido de un correo electrónico enviado por el artista a Venegas con copia a varios conocidos en Chile. El propio Tunick lo da a conocer: “Ha sido mi último intento por retomar contactos y hasta ahora nadie ha respondido”, cuenta.
El artista es quien responde ahora:
* El productor Luis Venegas, principal financista del regreso de Spencer Tunick a Chile, fue contactado por The Clinic para este artículo pero no accedió a dar más detalles. Nada más comenta: “El proyecto está suspendido, no abandonado”. Dice además que ha seguido en contacto con Spencer Tunick, pero el fotógrafo asegura que no ha sido así.
-¿Por qué crees que no resultó el proyecto del 2015?
-Porque todos los que se han interesado, han querido usar mi trabajo y mi rostro para hacer publicidad, pero cuando pedimos dinero para una obra de arte no lo tienen. Y hablo de empresas privadas y del Estado. Les he dicho a todos siempre que yo no soy un fotógrafo publicitario. Lo que estoy buscando es un patrocinador de arte. Yo no sé cómo hacer marketing, pero no tengo problema en que usen mi trabajo para comerciales de televisión o lo que se les ocurriera para echar a correr la voz sobre lo que estábamos planeando hacer, que hubiese sido hermoso. Pienso que los patrocinadores y el gobierno aún le tienen miedo al cuerpo desnudo y a todo lo que eso propone en términos de estilo de vida. En tiempos en que se ve tan vulnerada la autonomía, la defensa del cuerpo es radical. Y lo sigue siendo en pleno siglo XXI. Fue una lástima que no se concretara ese proyecto en Chile, estuvimos trabajando muy duro y fue muy frustrante.
-¿Aún pretendes volver?
-Te respondo de esta manera: si tuviera cinco encargos en cinco países distintos y pudiera escoger solo uno, me quedaría con el de Chile. No iría a repetir algo que ya hice, haría algo totalmente nuevo y no tiene por qué ser con más de mil o diez mil personas. Bastaría con unas 200 ó 300 si hay un buen concepto y un escenario perfecto. No quiero batir récords de cifras. No estoy interesado en eso. Quiero volver a Chile con mi trabajo, pero también llevar a mi familia y mostrarles a mis hijos que soy apreciado en algún lugar. Quiero decirles: miren, su papá hizo algo importante acá. Y no puedo no terminar las cosas que empiezo. No puedo dejar ideas flotando simplemente por ahí. Ahora que han pasado 20 años desde esa primera vez, la necesidad de volver se me repite una y otra vez, obsesivamente.
* «Te respondo de esta manera: si tuviera cinco encargos en cinco países distintos y pudiera escoger solo uno, me quedaría con el de Chile. No iría a repetir algo que ya hice, haría algo totalmente nuevo y no tiene por qué ser con más de mil o diez mil personas. Bastaría con unas 200 ó 300 si hay un buen concepto y un escenario perfecto. No quiero batir récords de cifras. No estoy interesado en eso»
https://www.theclinic.cl/2021/11/02/tunick-20-anos-despues-y-con-varias-visitas-frustradas-mi-obra-en-chile-esta-inconclusa/
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