El cronista ganó una cucarda y descubrió algo que - dice - es casi imposible de contar en una nota.
Ezequiel Brahim. Para la Nación. 04.01.2022.
Esta historia se remonta al comienzo de la humanidad. Adán y Eva vagaban por el Edén disfrutando la suave caricia del sol en todo su cuerpo. El viento recorría cada pliegue de su ser; por la noche, la luna plateaba sus músculos. La última frontera con la naturaleza era su piel. Ellos eran, aun sin saberlo, nudistas. Pero un buen día perdieron la gracia de Dios y, entre varios castigos, se volvieron “textiles”.
Así llaman los nudistas a quienes usan ropa: textiles. Es decir, a casi toda la humanidad. ¿Quién no tuvo alguna vez la pesadilla de encontrarse desnudo ante la mirada amenazante de una multitud? Pues bien, hay un grupo de personas para quienes no es una pesadilla, sino un placer. Se autoproclaman nudistas y están ahí afuera, camuflados: viajan al trabajo, cumplen con sus tareas, saludan al vecino como un textil más. Y lo hacen con el mayor disimulo. Puede ser el panadero que te completa el cuarto de miñones. La veterinaria que con todo amor le pone la vacuna a tu perrito. El amable policía que ayuda a la anciana a cruzar la calle. Es fácil caer en el engaño, pero bajo ese delantal con harina, ese guardapolvo con pulgas o ese uniforme marcial, se puede ocultar un potencial nudista. ¿Cómo descubrir quién es quién en este mundo? ¿Cómo ver, más allá de la ropa, a un nudista? Solo hay una manera real, concreta, profunda, de saberlo: poner el cuerpo.
* Largada de Yatan Rumi, la carrera nudista que se organiza desde 2005 en un campo cercano a Tanti, en Córdoba. Gianni Rossi
Así como alguna vez fui un caballo para contarlo acá en Brando, aprendí a pilotear un avión para que voláramos juntos o descubrí los secretos del firmamento, llegó el momento, estimado lector, de dejar de ser un simple textil para vivir tres días y dos noches, y completar una carrera, como Dios me trajo al mundo: en bolas.
Un lugar en las sierras
Durante años escuché de ella como un rumor, pero no había mucha información. En internet encontré apenas un cartelito casero, pocos datos, la fecha, ni siquiera coordenadas exactas, tan solo la ciudad más cercana y un número de teléfono. El título sí era muy claro: carrera nudista.
El lugar, sabría después, era un campo escondido pasando la ciudad de Tanti, en Córdoba. Lo supe a través de quien me atendió el teléfono, Miguel Suárez, un ingeniero civil a punto de jubilarse después de trabajar 40 años en vialidad y al que, dos décadas atrás, un suceso fortuito le cambió la vida.
De vacaciones en Buzios con su pareja, en su recorrida por las playas, recalaron en Olho de Boi (Ojo de buey), conocida por ser “informalmente” nudista. ¿Qué significa esto? Miguel lo explica: “No era obligatorio, pero el líder del lugar nos informó que había que desnudarse”.
* En 2003 nació el emprendimiento nudista Yatan Rumi, que en quechua significa «piedra desnuda». Su alma mater es Miguel Suárez, quien en diciembre del 2005 organizó la primera edición de la carrera nudista.
El ingeniero miró a su pareja: dudaron. Nunca les habían mostrado sus cuerpos a extraños. En eso llega el heladero, el clásico trotamundos de las playas con uniforme blanco y heladera térmica al hombro. “El tipo paró en la entrada, apoyó la caja de helados en el piso y con prolijidad se sacó toda la ropa”, relata risueño Miguel. “Verlo tan natural nos decidió. A partir de ahí fuimos a esa playa todos los días”.
Al regresar a su casa en Córdoba, Miguel empezó a preguntar por un lugar similar por la zona. Era el año 2000 y aún Google no daba las respuestas a todas las preguntas. Escuchó de un sitio llamado Agua Escondida, donde se practicaba el nudismo. Era lo que buscaba, hasta el nombre sonaba muy bien. “Resultó que Agua Escondida era solo una persona que tenía permiso en un campo para meterse en un arroyo, desnudo”.
Pero un buen ingeniero no se desmoraliza ante el primer error de cálculo. Intentó publicar un aviso en el diario buscando personas con el mismo interés. “El tema es que en el diario querían poner el aviso en el rubro 59, el de oferta sexual, ¡justo lo que no estábamos buscando!”, exclama Miguel más cerca de la risa que del enfado: “Al final no nos quedó otra que aceptar con tal de que lo publicaran”.
* La alegría de una participante al culminar la carrera. Tomás Santucho
Así fue que luego de muchas llamadas queriendo inscribirse a orgías, salidas de exhibicionismo y otras confusiones, lograron reunir un grupo de unas 15 personas que solo pretendían desnudarse sin molestar a nadie. Ahora faltaba el lugar, cuando nuevamente llegó un dato.
Sobre el río San Antonio se corría la voz de que había un sitio apartado donde hacían nudismo, se lo llamaba “la playita de los hippies”. Hacia allá fueron Miguel y su flamante grupo. “No encontramos ni un nudista, pero sí varios hippies”. Tampoco se desmoralizaron. La entusiasta tropa decidió explorar río arriba en busca de una ubicación más propicia. Caminaron por más de media hora hasta un paraje muy bello, con unas hoyas hermosas. “Lo adoptamos como nuestro”, recuerda el líder de la campaña: “Pero no terminaba de ser lo ideal. Cada tanto pasaba algún pescador que nos miraba con ojos desorbitados”. Tenían que conseguir un terreno propio, y otra vez el diario trajo una solución.
Alquilo casa de campo con 1200 hectáreas. Eso decía el aviso, un número de teléfono y no mucho más. Para tener una relación de superficie, la Reserva Ecológica Costanera Sur, en Buenos Aires, tiene 350 hectáreas: esto era más del triple. El ingeniero llama, lo primero que busca es constatar si hay un error en la superficie, le responden que no hay equivocación, que eso es lo que se alquila. “Y para no dar más vueltas le dije para qué lo queríamos: un campo nudista”, relata sobre la llamada que cambió el destino.
* "Correr vestido o desnudo es casi lo mismo, solo que te sentís más libre." Luis, de Rafaela
“Del otro lado de la línea se produjo un silencio de 10 segundos –recuerda Miguel–. Nos respondieron que era un campo familiar que dejaban de usar porque los chicos crecieron, y agregó: «Ahora te voy a contar un secreto: cuando vamos al arroyo nunca llevamos ropa». ¡Ya era nudista de antes!”.
El 15 de febrero del 2003 nacía allí Yatan Rumi. “Que en quechua quiere decir «piedra desnuda»”. Ahora, el propietario del emprendimiento es Miguel, que fue el único en poner dinero y, principalmente, compromiso. En busca de ampliar el público, en diciembre del 2005 se organizó la primera edición de la carrera nudista. Desde ese momento, cada primer domingo del último mes del año se sale a correr desnudo por las sierras de Yatan Rumi, dando inicio a la temporada. Ahí me encontraba yo, el pasado 5 de diciembre en la línea de largada.
He corrido en Viena y en Río de Janeiro, en Ushuaia y en la Cordillera de los Andes, en Orlando y en Fráncfort. Llevo más de 150 carreras. Corrí en el hipódromo de Palermo y en el autódromo de Buenos Aires. Pero nunca, en los escenarios más dispares, había llegado a pensar que algún día iba a correr en bolas.
Todo comenzó una semana antes.
Como pez en el agua
¿Cuándo empieza un viaje? ¿Cuando surge la idea, cuando armás la valija, cuando llegás al destino? Para mí empieza cuando tenés los pasajes. Una vez con el boleto hacia Tanti, me sentí oficialmente destinado a terminar desnudo.
Las repercusiones de mi entorno fueron de lo más variopintas: “Ahí es un descontrol, se dan todos con todos”. “Yo si tuviera tres centímetros me animaría”. “¿Y qué pasa si hace frío?”. “Mucho no podés correr así porque se te paspa”.
Llegué a la terminal de Tanti un viernes por la mañana y me senté a esperar a que un desconocido me viniera a buscar para llevarme a desnudarme. En realidad, fueron dos desconocidas: Nora (la pareja de Miguel) y Verónica (la cocinera del complejo). Estaban vestidas, claro. Se sumó otro visitante que, digamos, se llamaba Santiago y tenía treinta y pico. Y acá vamos a empezar a mezclar nombres reales con ficticios. Escuchemos los motivos de Santiago: “Nadie de los que me conocen sabe que vengo acá, que hago nudismo”. Santiago vive en el Gran Buenos Aires, trabaja los fines de semana en diagnóstico por imagen. “Hace dos años sin planearlo terminé en la playa Chihuahua [en la bahía de Portezuelo, Maldonado, Uruguay], descubrí el nudismo y me encantó la sensación”.
* "Para conocer el nudismo es necesario desnudarse. Es una sensación imposible de describir con palabras. Nosotros brindamos todo el asesoramiento posible, pero la experiencia solo puede ser personal." Florencia Brener
Mientras avanzamos por caminos de ripio, cuenta que se lo propuso a su novia y a ella no le interesó. “Y, la verdad, mis amigos tampoco saben nada. Solo dije que me iba una semana a Córdoba”. Al llegar al predio donde se encuentran todas las instalaciones, ya la cosa cambió. Básicamente porque ahí empezamos a ver gente desnuda. El primero fue Miguel, que vino a recibirnos y a indicarnos dónde dejar nuestros bolsos. Luego de unos cinco minutos, y viendo que nadie me venía a decir nada, lo encaré y le pregunté:
–¿Y, qué hago, me pongo en bolas?
–Y... tenés media hora de aclimatación.
–¿Me estás cronometrando? –repliqué para romper un poco el hielo. Nos reímos y me fui al dormitorio a sacarme la ropa, a cambiarme sin que nadie me viera.
* Las medallas para los participantes. Diego Aráoz
El momento más intransferible, el que no te vas a olvidar nunca, es el de sacarte la ropa por primera vez y salir desnudo a encontrarte con desconocidos. Haré el intento de graficarlo. Imaginemos que nunca tuvimos contacto con el agua, jamás sentimos la lluvia en nuestro cuerpo, nunca nos bañamos ni bebimos líquidos. Hasta que luego de varias décadas de vida, se nos presenta la oportunidad de meternos en una pileta.
Eso experimenté: la sensación de tirarme de cabeza a algo desconocido. Una vez sumergido en el agua de la desnudez, la encontré muy agradable. Un líquido fluido, envolvente, cálido y refrescante. Después de ese primer chapuzón, todo transcurrió con normalidad. Las personas te prestan la misma atención que si estuvieses vestido.
CONTINÚA...
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