La primera vez en una playa nudista siempre trae grandes sorpresas, sobre todo cuando te das cuenta de que la desnudez no escandaliza ni molesta a nadie, y no es objeto de ninguna atención especial. Al principio puedes experimentar una sensación de incomodidad (no es tan fácil abandonar los hábitos impuestos por la sociedad), pero pronto sientes un gran placer y una profunda paz, una integración con todos los que están compartiendo ese momento. Poco a poco nos damos cuenta también de que la desnudez natural tiene otra dimensión y que va mucho más allá de lo erótico. Comenzamos a descubrir nuestro cuerpo de una manera diferente, sin adicciones, sin normas y sin prejuicios. Empezamos a aceptar y ser aceptados de forma natural, basándonos en los valores espirituales de cada uno. Al fin y al cabo, todos somos humanos e iguales por dentro.
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