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"Uno de los grandes placeres que sentimos cuando nos bañamos desnudos, placer del que no siempre nos damos cuenta, pero por eso no es menos real, es en el hecho de que volvemos por unos instantes a la vida de nuestros antepasados.
Sin volver a ser esclavos de la ignorancia, como los salvajes, nos volvemos físicamente libres como él, cuando nos sumergimos en el agua.
Nuestro cuerpo estará libre de nuestra ropa y con ellos dejemos en la arena también parte de los perjuicios asociados a nuestra profesión, ya no somos trabajadores, ni comerciantes, ni profesores, ni médicos, volvemos a la naturaleza. Somos semejantes a los hombres de la antigüedad, somos libres de cualquier convención, nuestra gravedad artificial desaparece y hará espacio para la alegría fragante, nosotros, civilizados, envejecidos por estudio y experiencia, nos encontramos hijos, como en los primeros días impíos de t La juventud del mundo. "
Elisée Reclus, Historia de una corriente, París, Hetzel, 1882, pp. 208-211.
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