Según una leyenda contada por Ovidio, la ninfa Salmacida era la que más valoraba su paz. Sus pasatiempos favoritos eran bañarse en la fuente, peinarse, arreglarse la cabeza con flores y mirarse en el espejo del agua. Un día vio a un joven Hermafrodita (hijo de Hermes y Afrodita) en su fuente de agua y se enamoró de él sin remisión, pero él rechazó su amor. Salmacida rogó a los dioses que unieran su cuerpo con el de su amante, con lo que Hermafrodita se convirtió en un ser bisexual:
"...ordenadme, oh altos dioses,
"¡Mándame toda la eternidad para estar con él, y él conmigo!"
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