La desnudez es un aspecto natural e incondicional del ser humano: se nace desnudo, como cualquier otro ser vivo.
La sociedad, la cultura y el tipo de educación recibida hacen todo lo posible por construir superestructuras en torno al cuerpo desnudo, convirtiéndolo así en un tabú, desencadenando sentimientos de vergüenza y pudor, algo que hay que ocultar y omitir.
Observando a los niños queda claro hasta qué punto estas superestructuras aún no existen: a menudo tienden a quitarse los zapatos y la ropa, perciben la constricción de la ropa, por lo que voluntaria y espontáneamente intentan quitársela y no se sorprenden por la desnudez de los demás, no sienten sentimientos negativos al respecto.
Desde el principio, al quitarse un vestido o un par de zapatos, sienten inmediatamente una sensación de libertad no sólo en términos de movimiento, sino también a nivel psicológico. Y no porque desencadene la idea de hacer algo prohibido o transgresor, sino porque el cuerpo desnudo nos hace reconectar con él, con la sencillez, con la naturaleza.
Un psicólogo estadounidense, fundador de varias teorías actualmente fiables y estudiadas, Manslow, escribe: "El nudismo es en sí mismo una especie de terapia. Los beneficios para la salud incluyen la reducción del estrés, la saciedad de la curiosidad por el cuerpo humano, un sentido de integración de todo.
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