Medicine 50 (julio-agosto de 1950, el director de la revista era un naturista convencido)
Reimpreso por La Vie au Soleil número 13 de marzo de 1951
El niño es, por esencia, curioso, observador, imaginativo. Las defensas pueden aumentar su deseo de saber. Así será cuando se promulguen desde los primeros años prohibiciones, obedeciendo a costumbres ancestrales, sobre los "sexos" de los pequeños, es decir, sobre las circunstancias de la vida que deben establecer barreras absolutas, inmotivadas desde el punto de vista biológico.
El nudismo en los niños pequeños
El conocimiento de la anatomía de los sexos se producirá de forma natural porque el niño podrá observar.
Sólo cuando el niño y la niña se dan cuenta de que su conformación no es idéntica. Si, en ese momento, los padres culpan al niño invocando repeticiones ancestrales:
"No te preocupes por eso", "Es una travesura", "Ya lo entenderás cuando seas mayor", corren el riesgo de hacer surgir una duda, un germen de algo travieso, incorrecto, el primer esbozo de un falso pudor o, si se quiere, de la verdadera mistificación de la "carne de niño".
Por ello, el nudismo espontáneo del niño no se verá ofendido; el desvestirse, el lavarse juntos del pequeño y la pequeña se realizará como un hecho banal y natural. Los juegos al aire libre y el baño son circunstancias que pueden familiarizar a los niños con las diferencias entre sus sexos.
Importancia de estas consideraciones
El niño pequeño no será introducido en la mistificación de su cuerpo. El nudismo entre los niños es útil. Es lamentable, dice el Dr. Berge, que todos los niños no tengan hermanos más o menos de su misma edad que les permitan conocer la diferencia entre los sexos de esta manera, sin tener que recordar haber tenido que cuestionar este punto.
No olvidemos que muchas timideces y complejos de inferioridad pueden haber surgido de las prohibiciones de los educadores. El niño habrá sido engañado sobre la imagen de su cuerpo y el de los demás: tendrá miedo de sí mismo y de los demás. Su futura sexualidad corre el riesgo de carecer de ese impulso esencial, no sólo físico, sino también moral (la voluntad), que forja la virilidad "valiosa" y no la puramente "intelectual, incorpórea".
Conocer la propia carne, el propio cuerpo, su morfología es también la de los demás, es indispensable para el niño. Si no es así, ¿cómo conseguir que tenga un culto elemental, si no exclusivo, a su "forma", a su musculatura, un culto que forma parte de la armonía física, imagen de la armonía del espíritu?
Esta educación anatómica y biológica del físico tendrá tanto más posibilidades de dar resultados felices cuanto antes se instituya. El niño no será un extraño que vive en un cuerpo desconocido, sino un amigo que ama y enriquece la casa en la que vive.
Con esta educación lógica, se facilitará en gran medida la labor de la propia educación sexual.
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