05.08.2023
Podríamos responder a esta pregunta con un simple “porque sí”, pero vamos a darte razones un poco más elaboradas para que te animes a bañarte desnudo en el mar al menos una vez la vida, si es que a estas alturas aún no lo has probado. No te preocupes, no eres el único.
El pudor y la vergüenza con respecto al cuerpo humano es habitual en la mayoría de las culturas contemporáneas occidentales y darse un baño desnudo —más allá de la intimidad de tu ducha— puede interpretarse como algo obsceno, indecente, descocado, vulgar y un montón más de adjetivos victorianos que apelan a esta supuesta falta de decoro de mostrar el cuerpo, como si ya naciéramos embutidos en las dichosas (e incómodas) bermudas: ¿el invento más incomprensiblemente exitoso del siglo XX?
Pero es que incluso las autoridades te pueden amonestar si te bañas desnudo, aunque las asociaciones nudistas defienden “la total legalidad de hacer nudismo en cualquier sitio”. No obstante, si es tu primera vez, quizás prefieras estar más tranquilo en uno de estos oasis naturistas.
Beneficios de bañarte desnudo en el mar
Un hombre y una mujer en la orilla del mar – Fuente: Depositphotos
Son diversos los beneficios de bañarte en el mar, incluso en bermudas, así que te puedes imaginar que hacerlo desnudo no deja de ser similar… pero diferente. ¿En qué sentido?
Mayor comodidad
Empecemos por lo básico, dejando a un lado, de momento, los beneficios psicológicos siempre más difíciles de evaluar y generalizar. En este sentido, la premisa más básica del nudismo sostiene el principal beneficio de bañarse desnudo en el mar: estar más cómodo. ¿Para qué llevar ropa cuando no es necesaria? Puro sentido común.
El bañador o el bikini, aunque incluya materiales de última generación, de esos de secado rápido, no deja de ser un elemento que molesta en el agua. Y no digamos ya fuera de ella cuando ya estas mojado. Te tienes que cambiar y ponerte otro bañador u otra ropa para no “coger frío” como decían nuestras madres. Cuando eres un niño, quita y pon, pero cuando ya eres adulto, tienes que hacer el cambio oculto tras la toalla, no vaya a ser que te vean las partes pudendas y tengamos algún desmayo.
Por supuesto, si te bañas en las frías aguas del mar del Norte en enero, quizás pases un poco de frío y eches de menos el neopreno de los surfistas. Pues lo mismo, sentido común: si estoy más cómodo y paso menos frío con un bañador o un uniforme para estar mucho tiempo en el agua, me lo pongo, ¿no? No es cuestión de llevar el nudismo al extremo opuesto, convirtiéndolo en postureo más que en una actitud sensata y natural.
Aceptación de nuestro cuerpo
Un hombre desnudo en una playa – Fuente: Depositphotos
Más allá de la obviedad que acabamos de comentar existen otras razones que seducen a la hora de darnos un baño sin ropa. Y la principal creemos que está vinculada con la propia aceptación de nuestro cuerpo, ese que nunca nos acaba de convencer, por este michelín, por esta cartuchera, por esta flacidez de aquí o esta celulitis de allá.
Tapar algo que no satisface no lo soluciona, lo oculta, no ante los demás, sino ante nosotros mismos. Cuando ocultamos una parte de nuestro cuerpo que nos avergüenza, creemos que son los demás los que nos van a sancionar con sus miradas inquisitivas. Pero la realidad es que nadie mira a nadie (al menos con exceso de atención), estamos demasiado pendientes de nosotros mismos, especialmente de nuestros supuestos defectos.
Arrojar el bikini o el bañador a la arena es el primer paso para comenzar a aceptar nuestro cuerpo. A pesar de que en un principio te puedas sentir indefenso, también, a nivel psicológico, pronto descubrirás que no hay nada malo en tu cuerpo. Es el que es. Y se disfruta más sin ropa, si las condiciones externas son las indicadas.
Por esta razón la mayoría de las personas que se bañan desnudas, quieren repetir. No solo es agradable, sino también liberador con respecto a frustraciones y prejuicios, principalmente los sexuales.
Liberación de prejuicios sexuales
Un hombre camina desnudo por la playa – Fuente: Pexels
Las asociaciones nudistas señalan que el mayor problema legal al que se enfrenta un nudista es la aplicación del código 185 del código penal sobre “exhibicionismo y provocación sexual”: “El que ejecutare o hiciere ejecutar a otros actos de exhibición obscena ante menores de edad o incapaces, será castigado con la pena de multa de tres a diez meses”.
No obstante, y al margen de esta interpretación legal, lo cierto es que buena parte de las asociaciones nudistas, así como de las personas que han probado esta práctica, defienden con vehemencia que no hay ninguna provocación sexual en ella. Al contrario, en los ambientes nudistas buena parte de las provocaciones vienen de visitantes “textiles”, aquellos que llevan ropa.
Y tiene sentido ya que la hipersexualización que se vive en las playas tradicionales se debe a las sugerencias de la ropa, tal y como ha sido común a lo largo de la historia: desde un tobillo desnudo que provocaba mareos entre hombres reunidos en torno al Flatiron Building de Nueva York porque allí soplaba el viento y levantaba las faldas de las mujeres.
Todo lo que se oculta despierta curiosidad… y morbo. Como en aquel planeta de uno de los libros de la saga de Fundación de Isaac Asimov cuyos habitantes se estremecían cuando veía el cabello humano, ya que ellos carecían del mismo o lo ocultaban. Así somos nosotros con todo lo oculto, lo cual se convierte en objeto de deseo. Y ese deseo, mal manejado, puede tener consecuencias desastrosas.
Sin embargo, en las playas nudistas, por lo general, se vive un ambiente sano y desprejuiciado: no hay postureo ni (solo) cuerpos tallados en el gimnasio. Te encuentras todo eso que no ves en muchas playas textiles: bañistas exhibiendo con alegría sus cuerpos y disfrutando con serenidad de la comunión con la naturaleza.
Conexión con la naturaleza
Una mujer bañándose en el mar – Fuente: Unsplash
Comodidad, autoaceptación, liberación de prejuicios sexuales y comunión con la naturaleza, el último pilar que sostiene la belleza apacible y sobria del nudismo. Porque una vez que has pasado por las dudas iniciales y tal vez el escalofrío de notar como el agua del mar fluye por todo tu cuerpo con entera libertad, sin capas textiles que la retengan, comienza otro proceso que ya escapa a la psicología: pura conexión con la naturaleza.
Y en un momento dado, finalmente, dejará de ser relevante el hecho de que estés desnudo. Simplemente estás, que ya es suficiente. El tiempo volará mientras dejas de pensar en la experiencia del baño sin ropa: solo el mar, el cielo y tu cuerpo mecido por las olas. Y cuando despiertas del sueño, te diriges a la toalla con una promesa: esto hay que repetirlo más veces. ¡Sin bermudas, por favor!
https://www.publico.es/psicologia-y-mente/por-que-deberias-banarte-desnudo-en-el-mar-al-menos-una-vez-en-la-vida/
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