FEDERACIÓN NATURISTA NUDISTA DE CATALUÑA: NUDISTAS SIN TREGUA (ESPAÑA)

La Federación Naturista-Nudista de Cataluña dirige más cartas a los ayuntamientos, como Lloret o Barcelona, para reivindicar una mejor señalización y garantizar la práctica del nudismo ante la presión de bañistas "textiles"

Los consistorios se mojan poco, fuera del compromiso de mejorar señales y pedagogía, pero los nudistas reivindican que se regule su derecho

EMILIO AGULLÓ - LLORET DE MAR

El colectivo naturista abre nuevos frentes para defender enconadamente un terreno conquistado a base de “tradición” y democracia, pero que siguen viendo tambalearse por la presión creciente de bañistas –con mayoría textil– en busca de un palmo cuadrado adicional de arena para desplegar la toalla. La última batalla que libran, esta temporada, tiene como escenario la cala sa Boadella, en Lloret. Tras la carta que a finales de julio remitieron, a escala general, al Departamento de Igualdad y Feminismos de la Generalitat para defender sus derechos, añadidos a los de bañarse con burquini o hacer toples en cualquier piscina, el presidente del Club Catalán de Naturismo (CCN), Segimon Rovira, explica que esta semana han dirigido otra misiva al Ayuntamiento de Lloret para que defienda el derecho a bañarse desnudos en una de las playas emblemáticas para el colectivo de los sesenta largos que hay esparcidas por el litoral catalán.

El problema en sa Boadella es común al de otras playas y calas donde la libertad acaba arrinconando a los nudistas ante una mayoría textil. El litoral es de todos, pero si predominan bañistas con traje de baño, la situación se vuelve recíprocamente incómoda. Lo corrobora uno de sus usuarios habituales, naturista, Marc Cantero Gubert, quien admite que "la convivencia educada entre los dos colectivos era la norma, pero cada vez llegan más turistas desinformados y textiles". Y eso, dice, hace que afloren más conflictos: los menores quedan en simples miradas de desaprobación de los trajes hacia los nudistas, pero no es de extrañar que acaben derivando hacia las palabras. "Algunos nos dicen que nos tapemos, que hay niños", dice Cantero, que recuerda que teóricamente ninguna ley impide bañarse desnudo en lugar de ninguna playa, pero el colectivo intenta circunscribirse allá donde esta práctica es tolerada por las administraciones, pero sin ningún control que sea tolerada por los demás usuarios.

Rovira, desde el CCN, explica que la reivindicación en Lloret es básicamente "la mejora de la señalización de la cala o la definición de una zona" en la que el colectivo pueda disfrutar con tranquilidad del baño, una reivindicación que al consistorio ya han recibido y de momento de forma constructiva. "Se está trabajando en la mejora de la señalización, para sustituir un cartel bastante antiguo que se actualizará", admiten fuentes municipales. Pero también remarcan que la playa es de “tradición nudista”, quizás una decisión salomónica para tratar de preservar el derecho de los naturistas pero lavándose las manos en caso de que los carteles no acaben de resolver el conflicto, y ahorrar desplazamientos de personal – si existe– en un lugar relativamente inaccesible en vehículos motorizados. El aparcamiento más cercano, si hay lugar en verano, no ahorra tener que recorrer un sendero de 200 metros de descenso hasta la arena, un peaje que en pleno verano podría ser ya disuasorio para la masa de bañistas textiles, pero que, a su vez, es un atractivo para quienes buscan lugares menos frecuentados. Es un fenómeno que ya hizo repartir al público de la playa Gran de Lloret hacia Fenals, los veranos pandémicos de 2020 y 2021, y que desde entonces también expulsa de Fenals hacia sa Boadella. Las listas y rankings de playas idílicas que turistas y visitantes potenciales consultan a través de internet a menudo tampoco acaban de contribuir a esclarecer la realidad sobre las tradiciones de cada lugar.

El precedente de la Isla Roja

En las comarcas gerundenses, el primer episodio de tensión reciente se produjo en la emblemática playa de la Isla Roja de Begur, uno de los primeros lugares en los que se había permitido el naturismo, ya en los años 70. Hace un par de años , el elemento que acabó de contribuir a perturbar la situación fue el chiringuito autorizado por el consistorio, orientado como si fuera una playa más y explotando sus valores naturales, que no necesariamente naturistas, como atractivo en redes sociales. En la práctica, el negocio se orientaba a visitantes convencionales, y los nudistas –que recordaban que años atrás en un chiringuito de una concesión anterior podían pedir una cerveza desnudos sin ningún problema– pasaron a ser un obstáculo. El municipio, a raíz de reiteradas denuncias ambientales del colectivo por vertidos de aguas sucias y desechos, rescindió la concesión el pasado año –cuando los titulares intentaron operar todavía a través de medidas cautelares–. Pero este año ya no le han vuelto a montar y el gobierno begurenc asegura que han excluido el servicio del mapa de concesiones en su litoral.

Rovira lo celebra, aunque se hayan quedado sin servicio de duchas y aseos, donde tampoco eran muy bienvenidos. De hecho, en el litoral gerundense, los municipios han optado por suprimir duchas este verano a raíz de la sequía. Y el otro acuerdo de mínimos, con el gobierno begurense, respecto a la mejora de la señalización para destacar el carácter nudista de la cala, también se materializó el año pasado, con nuevas señales oficiales para poner fin a los grafitis de spray con que precariamente debían marcar territorio en el pasado y que, aparte, esta vez sí motivaron la apertura de un expediente de sanción muy criticado.

En Barcelona, la playa nudista de la Mar Bella es otro foco de conflictos parecidos, que el CCN lleva años tratando de debatir con el consistorio, a través de peticiones, pero no lo logran. Fuentes del Ayuntamiento barcelonés también destacan que es una playa “de uso mixto” –entre nudistas y textiles– y que tienen previsto llevar a cabo acciones por medio del equipo de informadores “para fortalecer la convivencia entre los dos colectores colectivos”. Todo ello a la espera de posibles nuevas instrucciones de la Generalitat.

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