jueves, 18 de agosto de 2016

QUIÉN VE LOS DESNUDOS QUE MANDAS POR INTERNET ? (ESPAÑA)



Todo el espectro de la vida personal ha cambiado radicalmente con la llegada del Internet y las redes sociales, incluida la sexualidad. Si bien las distancias se acortan gracias a las posibilidades que ofrece la conectividad vía Internet, en ocasiones no resulta ser el medio idóneo para expresar algunas sensaciones. Las generaciones que nacieron después de los 80, conciben a la tecnología como parte integrante de la sexualidad.

“El sexting es una nueva forma de disfrutar del erotismo en pareja; sin embargo, detrás de cada selfie en una pose sensual, se esconde uno de los grandes temas controversiales del Internet y las redes sociales: la privacidad”.

Enviar mensajes y fotografías con desnudos parciales o totales, poses provocativas o contenido sexual explícito es, sin duda alguna, una actividad que resulta estimulante para la mayoría de las personas. Es un juego previo excitante que potencia la imaginación y el deseo con cada imagen, que resulta parte del espectro más íntimo de una persona, de aquello que no comparte con nadie más y no tiene por qué ser público. Según estudios, más de la mitad de las personas entre 16 y 24 años alrededor del mundo ha recibido alguna vez una fotografía con contenido sexual. La misma proporción afirma haber enviado fotos íntimas. En realidad, el sexting parece ser una nueva forma de disfrutar del erotismo en pareja; sin embargo, detrás de cada selfie en una pose sensual, de esa imagen hecha únicamente para ser vista por esa persona, se esconde uno de los grandes temas controversiales del Internet y las redes sociales: la privacidad.




De la misma forma que las personas no andan por la calle contando a cuantos se encuentran cuestiones personales ni compartiendo lo que han hecho durante la semana o mostrando fotografías de su último viaje, la discreción en las redes sociales funciona de una manera similar. La conectividad da forma a un enorme espacio virtual en el que se almacena todo lo que se hace en Internet: cada like, imagen, estado, tuit y cuenta creada se aloja en un servidor, cuya interfaz es visitada por miles de millones de personas cada segundo. Es casi imposible que un contenido que “suba” a la red pueda desaparecer con el simple hecho de borrar la fuente original, pues la facilidad de replicar y crear una copia exacta de cualquier archivo en medio de un público que aumenta exponencialmente, asegura la conservación del mismo.

“Cuando envías una foto sensual a esa persona, de ninguna manera esperas que esa parte de tu cuerpo, de tu sexualidad e intimidad que en ese momento se desprende de ti pueda terminar en ojos de algún extraño, ¿cierto?”.



Esta parábola con la vida real es lo que hace realmente llamativo el trabajo de Marco Onofri. Cuando envías una foto sensual a esa persona, de ninguna manera esperas que esa parte de tu cuerpo, de tu sexualidad e intimidad que en ese momento se desprende de ti pueda terminar en ojos de algún extraño, ¿cierto? Mucho menos de miles de millones de observadores, casuales o pensados, de cualquier rango de sexo y edad, capaces de sentir excitación o indiferencia ante esa imagen, de observarla con detenimiento o pasarla por alto, de compartirla o almacenarla en sus dispositivos electrónicos.

¿Cómo puede caer el erotismo en manos de alguien no deseado a través de la interacción virtual? No hace falta publicar las imágenes en Facebook para que una de ellas termine viralizada, multiplicada por millones. Lo más importante es la confianza en pareja o bien, con la persona a quien envías fotografías eróticas, además de otro riesgo aún mayor e inminente: en primer lugar, las extrañas y nada claras condiciones de privacidad de cada sitio web o aplicación de mensajería, mismas que aceptas una vez que quedas registrado, y en segundo, la continua vigilancia de Internet por distintas agencias gubernamentales, especialmente el FBI y la NSA, que tienen el poder legal y político para exigir a los servidores que alojan tu “huella digital” (el registro de cada una de las actividades y los archivos que has compartido en Internet de por vida) que compartan tu información sin reservas. 



Así que la próxima vez que pretendas practicar sexting y compartir una parte de tu sexualidad, piensa cuántas personas podrían estar observándote y asegúrate de hacerlo por medio de las redes más seguras y con alguien de tu entera confianza. Si te gusta la fotografía erótica, no dudes en seguir de cerca el trabajo de estas fotógrafas que están cambiando la forma en que se retrata la sexualidad y feminidad. ¿Te intriga el tema de la falta de privacidad en Internet? Lee y descubre las formas en que las redes sociales vigilan tu vida.

http://culturacolectiva.com/quien-ve-los-desnudos-que-mandas-por-internet/

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