Aurelio, gerente del camping naturista El Portús, que está situado en Cartagena, nos abre las puertas de un rincón escondido a la orilla del mar. Al entrar, una mujer que deslumbra no por los rayos de sol que ha recibido su piel, sino por la felicidad que desprende, nos recibe 'como Dios la trajo al mundo'. Nos abre las puertas de su caravana y sale su marido con la misma fuerza espiritual.
«No era naturista, pero me he integrado muy bien. Yo pienso que justamente cuando vemos a alguien vestido ya no me gusta» nos cuenta la mujer naturista a los pies de su casa con ruedas, una caravana con la que se desplazan todos los años, «para nosotros todos los veranos es primordial venir aquí» añade después.
Este camping naturista recogido entre la Sierra de la Muela y Cabo Tiñoso, empezó a dar sus primeros pasos en el año 1982 y desde entonces ha ido evolucionando cada vez más. En sus orígenes, tan solo tenían actividad en los meses de verano, donde los vacacionistas se escapaban de vez en cuando a este lugar. Actualmente están activos los 365 días del año, su menor cifra de visitantes ronda los 300 y la máxima está en 1.000 habitantes.
Sus instalaciones están compuestas por 15 apartamentos, 40 bungalows, 250 parcelas, un supermercado, dos restaurantes, una pista de tenis, de padel y de petanca, un club de buceo, un parque infatil y un spa, con masajes y tratamientos estéticos. Además, durante el año hacen diversas actividades como clases de español y de flamenco, y en verano las clases se centran más en los niños, una manera de mantenerlos activos y preparados para la vuelta al colegio. Los jóvenes también tienen su espacio propio de ocio y diversión, ya que por las noches, el dueño del chiringuito organiza fiestas y concursos.
La dinámica del camping hasta ahora se parece a la de cualquier otro, solo hay una cosa que lo diferencia ante la diversidad: los residentes tendrán que ir desnudos. No obstante, en la mayoría del recinto no es necesario ir de esta forma en público, si lo desean tienen la posibilidad de vestir algo de ropa, aunque no es lo normal. Solo hay un sitio que sí obligan a ir en estas condiciones, la piscina.
Hablamos con los clientes, o mejor dicho, con la 'familia nudista' que han creado en este lugar, entre los que todos se conocen, ya que el 70% de los habitantes son habituales. Todos coinciden en que el naturismo es una forma de vivir: «Aquí no hay diferencias entre unos y otros, somos todos iguales», afirma una residente. Llegan a este rincón exótico, dejan las preocupaciones y los problemas en la puerta, y comienza la tranquilidad absoluta.
http://www.laverdad.es/verano/201608/15/forma-vivir-minimo-donde-20160812185957.html
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