La tarde es magnífica.
El sol brilla e irradia por toda la extensa playa. Dirigido a una playa nudista, reina la calma y las olas sonoras. La gente expone el cuerpo desnudo a la luz solar intensa.
Para quienes defienden los hábitos naturales, ésta es una imagen que rezuma bienestar. Más que desnudarse, practicar nudista sería sinónimo de desnudarse de prejuicios. Pero no del todo. A quien le encantan los paseos en la cola sin rumbo de las playas también le gusta criticar los rabiosos veranos de sus colegas.
Ellen Woodall, antropóloga de la Universidad de Florida, Estados Unidos, estudió el comportamiento de las hermosas playas nudistas de Miami. El análisis reveló que las personas tienden a tener un comportamiento similar al del día a día. Problemas sexuales, sociales, chismes sobre peso, flacidez y aumento de las 'dones personales' son el deleite de las conversaciones entre nudistas.
Con o sin ropa, los temas de la materia son los mismos. “Los nudistas siempre se consideran progresistas, pero la práctica del nudismo no logra proclamar el ideal de que todos sean tratados por igual, independientemente de su posición social o forma corporal”, critica el investigador.
De hecho, con más de 15 años de práctica del nudismo, Ellen afirma que es una auténtica conocedora del medio. Para este estudio en particular, el antropólogo trabajó en un parque nudista durante dos veranos.
En la práctica, Ellen encontró un poco de todo. “Observé la formación de camarillas, o de hombres que decían que disfrutaban con la obesidad de ciertas mujeres, mujeres que se burlaban del tamaño de los órganos sexuales de un hombre, comentarios sexuales y acoso sexual, todas actividades que se podían presenciar en la sociedad.
Ellen presenta este trabajo como un estudio, pero las conclusiones parecen puros valores críticos promocionados por los naturistas. Según el autor, el nudismo ha evolucionado desde los años 20 en Estados Unidos, cuando los parques aparecían como un movimiento alternativo que generaba anualmente unos 400 millones de dólares.
A pesar de su deseo de abrirse al nudismo social, también comenzó a aplicar las mismas reglas sociales y la discriminación social en la vida cotidiana. Según el autor, la mayoría de los practicantes son blancos, de clase media y bien educados. “Los participantes no son una representación de toda la sociedad estadounidense”, asegura el investigador. Y concluye: “La gente practica el nudismo porque lo considera una liberación, pero el movimiento se basa bastante en la tradición”.
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