Quizá andar por los caminos, los matorrales y los bosques.

Se fue envolviendo, no tenía prisa, cargaba consigo una bolsa, conteniendo agua, fresas, castañas y un libro.

Esa era la intención de la caminata, buscar un lugar a la sombra, extender la canga, sacar las zapatillas y quedarse allí en el sosiego.

Los sonidos que venían del bosque, como sinfonía, eran orquestados por las cigarras, intenso y fuerte, como el calor que hacía.

La lectura la sacaría de aquel momento, iniciaba su viaje por las "venas abiertas de América Latina.
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