Publicidad de la película "Elysia" publicada en el periódico La Tribuna el 7 de agosto de 1934. ARCHIVO.
El estreno de la película Elysia o El valle de los nudistas desató las críticas de la Iglesia y el Ministerio de Gobernación
El martes 7 de agosto de 1934, la empresa Urbini anunció en el Diario de Costa Rica que el viernes 10, en los cines Variedades y América, estrenaría la película Elysia o el valle de los nudistas . De seguido detalló que se trataba “de la primera y única auténtica producción americana hecha en un campo nudista”, y aclaró que la exhibición era prohibida para menores y había sido aprobada por la Censura.
También ese día, en un publirreportaje, se informó de que “San José se estremecerá con el acontecimiento superbrutal del siglo”: el estreno de Elysia, “película tomada en una colonia… donde todos los hombres y mujeres viven como vinieron al mundo, en toda su casta desnudez”.
Casta y pura
Al día siguiente, en otro publirreportaje, Elysia fue definida como “hermosísima joya que presenta al mundo las costumbres, la vida y la salud que se respira en los campos donde las gentes habitan en contacto con la Naturaleza, despojados completamente de ropas”.
En previsión de posibles críticas de tipo moral, se agregaba que “la película está hecha en una forma tan primorosa, que no hay un solo pasaje que pueda avergonzar a las mujeres, de manera que podemos asegurar… que se trata de una película que… es verdaderamente hermosa, llena de bellezas, y casta y pura como castos y puros son los desnudos completos y unánimes del cuerpo humano”.
Para no dejar dudas de su carácter artístico, Elysia fue asociada con la “resurrección de todo el arte griego, de la… línea fuerte que fue el asiento de toda la cultura clásica. Hermosas nudistas, campos que semejan los paraísos terrenales, luz, sol y aire”. Así, la película demostraba “que nuestra civilización habría dado una generación más fuerte si los hombres viviesen en contacto con la Naturaleza y con el aire y el sol, que tónico vivificante”.
Además, la empresa Urbini aclaró que cumplía “con su deber al anunciar a todo el mundo que las localidades se están agotando y que hay que retirar con tiempo sus entradas”.
El arzobispo Rafael Otón Castro dijo entonces: ”El nudismo ha sido combatido por destacadísimos jefes de grandes pueblos en estos momentos de agitación mundial, como Mussolini y Hitler”. ARCHIVO.
Iglesia
Ese mismo miércoles 8 de agosto, el arzobispo Rafael Otón Castro, otras autoridades eclesiásticas y 29 sacerdotes, se pronunciaron en contra de la exhibición de Elysia, a la que calificaron de criminal “porque tiende a corromper a la sociedad sedienta de emociones, a dar pábulo a los viciosos que no se sacian nunca de sensualidad, pisoteando así la moral cristiana”.
Desde la perspectiva del clero, los propagandistas de Elysia, “con tal de hacer un negocio monetario quieren convencer a la sociedad de la bondad y ventajas del nudismo condenado absolutamente por la Iglesia, maestra de la verdad”.
Luego de recurrir a algunas citas de la Biblia para respaldar su posición, los eclesiásticos decían: “el nudismo ha sido combatido por destacadísimos jefes de grandes pueblos en estos momentos de agitación mundial, como Mussolini y Hitler”.
El pronunciamiento del clero finalizó con una advertencia: “ningún católico de conciencia recta debe asistir a los teatros con el fin de ver la citada película”. De hacerlo, “todas las personas de ambos sexos y de cualquier edad, que estén en asociaciones piadosas o caritativas de la Iglesia, serán expulsadas inmediatamente de su seno… exponiéndose también a las graves penas espirituales que sea crean necesarias u oportunas para la enmienda y la reparación del escándalo”.
Nuncio
A la protesta contra Elysia, se unió el nuncio apostólico, Carlos Chiarlo, quien ese 8 de agosto envió al regente de la Legación de Italia una nota en la que atacó a Urbini: “he tenido conocimiento de que un connacional proyecta exhibir públicamente una inmoral película nudista”.
Y añadió: “Como nuncio y obispo, lloro; como italiano, me avergüenzo ante tal enormidad que se hace olvidando o despreciando las direcciones de moralidad del gran Duce Mussolini”. Finalmente, Chiarlo solicitó al regente que se dignara “tomar nota de esta protesta hecha con toda la energía de mi alma”.
De manera simultánea con el pronunciamiento del clero y con la queja del nuncio, el Ministerio de Gobernación procedió, a raíz de una denuncia presentada, a retirar los carteles de hombres y mujeres desnudos colocados “en los puntos más concurridos de la ciudad”.
Algunos de esos carteles fueron exhibidos en un local comercial ubicado en frente del propio Ministerio de Educación.
Allí fueron vistos por unos niños, mientras unos adultos hacían comentarios inapropiados. Un padre de familia y maestro, al percatarse de lo que sucedía, denunció lo ocurrido ante una de las autoridades educativas y le preguntó qué iba a hacer el ministro (Teodoro Picado) ante “esa escuela de corrupción”.
Prohibición
Todavía el 8 de agosto, la exhibición de Elysia seguía en pie. De hecho, una delegación de funcionarios del Ministerio de Gobernación fue a ver la película ese día e “informaron al señor ministro acerca de ella y se convino en que aun cuando la película bien puede exhibirse para adultos, la propaganda en las calles… es inconveniente”.
El jueves 9, en la noche, Mario Urbini recibió un telegrama de Santos León Herrera, ministro de Gobernación, en el que le indicaba: “Ejecutivo se encuentra con que exhibición de la película Elysia, cae bajo la sanción del Código Penal, y no puede permitirla. Eso sería suficiente, sin agregar que no nos puede ser indiferente protestas que han surgido de distintos sectores de la opinión pública. No debe, pues, exhibirse esa película”.
Ricardo Jiménez, entonces en su tercera administración presidencial (1932-1936), declaró el viernes 10 que el cine no era arte, sino “la realidad misma en acción”; y razonó que así como no se podía permitir a hombres y mujeres andar desnudos por las calles de San José, aunque sus cerebros abundaran en buenos pensamientos, tampoco era aceptable que los actores se mostraran sin ropa en la gran pantalla.
Jiménez indicó que debía respetar lo dispuesto en la Constitución acerca de que la religión del Estado era la católica, y que aunque Elysia no fuera inmoral, su exhibición podría abrir la puerta a “otras películas indecentes que darán mucho dinero a los agentes de películas, pero que contribuirán a destruir la moralidad de la sociedad de Costa Rica”.
Al responder a las críticas, Urbini afirmó que su empresa programó la exhibición de Elysia porque fue aprobada por unanimidad por las autoridades competentes. Además, aclaró: “como se pudiera creer que la Empresa Urbini ha tratado de saltar los límites de la moral hasta hacer que monseñor Chiarlo llore como nuncio y se avergüence como italiano, manifestamos que Elysia ha sido exhibida en los siguientes países: Italia – España – Bélgica – Francia- México”.
Elysia
Dirigida por Brian Foy (1896-1977), Elysia fue filmada como si fuera un documental: su trama se centra en un periodista interesado en escribir un artículo sobre una colonia nudista, que es dirigida por un médico.
Según lo indica el etnólogo Orvar Löfgren, en la década de 1920, el nudismo atrajo la atención de ciertos sectores europeos y estadounidenses, quienes consideraban que la luz solar era la cura para todo. Tal movimiento dio origen en Estados Unidos a la American Sunbathing Association, cuya plaza fuerte era The Sunshine Park, en Nueva Jersey.
Debido a las sospechas y a la curiosidad que las colonias nudistas despertaron, en 1933 se filmó Elysia como una película informativa y promocional de ese nuevo culto al sol, que contribuyó al ascenso de la industria asociada con los paseos a la playa y el bronceado del cuerpo.
En Costa Rica, el escándalo provocado por Elysia se desvaneció pronto, a medida que la prensa se ocupaba de la gran huelga bananera. Los costarricenses que en 1934 no pudieron ver esa película, pueden verla ahora, gratis, en Internet.
El autor es historiador e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la UCR. POR IVÁN MOLINA JIMÉNEZ / IVAN.MOLINA@UCR.AC.CR
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