Los nudistas son vistos como gente exótica, sexualmente hiperactiva y hasta
algunos los consideran trastornados. ¿Pero qué hay detrás de la necesidad de
mostrar el cuerpo sin ropas? Miembros de distintas asociaciones de nudistas
explican por qué eligen esa práctica. Enfatizan que el uso de vestimenta tiene
carácter cultural y aclaran que no lo hacen con una connotación sexual, sino
que intentan explorar un modelo de vida diferente.
“Hay que diferenciar morbosidad o perversión con intención de informar”,
Henri Cartier-Bresson, fotógrafo.
“No hay nada que excite más a un hombre que una mujer con ropa”, Pancho
Dotto, representante de modelos, en un programa de televisión.
“Para un nudista, que su pareja se desnude entre nudistas, no se concibe
como infidelidad, ya que la actividad sexual se considera un acto privado e
íntimo, mientras que el nudismo es algo social y familiar”. Así lo definía
Florencia Brenner de la Asociación para el Nudismo Naturista Argentino en una
nota sobre la infidelidad.
Esa frase contrastó con nuestros propios prejuicios y nos permitió mirar
más allá de lo que podemos ver o, mejor dicho, de lo que nos está vedado. Si
para el nudista su práctica no se relaciona con lo sexual ni con el voyeurismo,
¿por qué el textil (dícese del que usa ropa) sí los vincula? Pero el planteo
incluso nos exige más. ¿Por qué el común denominador es ver con malos ojos esta
práctica y, sin embargo, avalar y festejar el erotismo y la desnudez en los
medios masivos de comunicación?.
Había una vez
Damos por sentado que usar ropa es algo natural. Por oposición, los
nudistas serían un grupo aislado de la sociedad con prácticas extrañas. Sin
embargo, si pensamos en las tribus africanas o en los antiguos aborígenes se
podría decir que ellos también son o eran nudistas. En esas culturas nadie se
escandaliza -ni escandalizaba- por la desnudez. Tampoco, en ciertas playas
públicas de Europa, donde las mujeres no acostumbran a cubrirse los pechos. Es
decir, que el factor ropa/no ropa es meramente cultural y varía de una sociedad
a otra: responde a usos y costumbres.
Cuenta la tradición judeo-cristiana, en el libro del Génesis, que tanto el
hombre como la mujer estaban desnudos al principio de la historia, sin sentir
vergüenza por ello. ¿Qué pasó entonces? Cometieron el pecado de comer del árbol
del conocimiento. “Se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban
desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera”,
cuenta la historia bíblica, que explica así el nacimiento del mandato religioso
en la tradición occidental de cubrirse el cuerpo, ya que el estar desnudo se
asocia directamente con el pecado original. “Oí tus pasos por el jardín y tuve
miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí”, responde Adán a Dios.
Vestirse se convirtió en una costumbre pero también en una práctica de
consumo. Hombre y mujer se habituaron a elegir su vestuario, de acuerdo a modas
y parámetros correspondientes a las distintas culturas. Lo cierto es que ir
completamente desnudo es visto como una acción erótica vinculada con lo sexual.
Y, sin embargo, los nudistas conciben esta idea como un mero prejuicio.
¿Doble discurso?
Sexo implícito o explícito; mostrar mucho,
poquito o nada; besarse con uno, con dos o con tres. Mientras esto se debate –y
muchos se escandalizan- las imágenes que pueblan las horas de televisión (tanto
en horarios diurnos como nocturnos) se hacen eco de una necesidad de mostrar
cuerpos, de hablar “sin tapujos”, de erotizar y erotizarse porque -dicen los
que saben, avalados por el minuto a minuto (rating)- eso es lo que vende.
Defienden su negocio y reproducen en su programación los modelos corporales que
se imponen. Pero el televisor no es la única pantalla en la que se puede mirar
y mirar y seguir mirando. También a través de Internet o vía celular se
intercambian imágenes no aptas para todo público.
“El erotismo y la desnudez en los medios se
relaciona con una imagen que se tiene que vender de un producto: está más
ligado a la estética y a un cuerpo ideal. En cambio, el nudismo para nosotros
no tiene nada que ver con lo superficial. Uno puede mirar cientos de cuerpos
desnudos y no por eso le provocan atracción, ya que no se observa al cuerpo
como algo erótico, sino, simplemente como una persona que se muestra tal cual es”,
diferencia Martín, quien se acercó al nudismo a los 27 años junto a su novia
Vanina, tres años menor que él. Cuentan que en la práctica encontraron un
espacio que les permitió conectarse con una sensación única que califican como
“despojo”. “Nosotros buscamos sentirnos en libertad y relajarnos”, especifican.
Bolsa de preconceptos
¿Prejuicios que existen en la sociedad respecto
al nudismo? José Blanco, coordinador de Edén (sitio para el nudismo ubicado en
el partido de Moreno, Argentina) los enumera: “Dicen que estamos de orgía
permanente, porque muchos no pueden entender que alguien se desnude para otra
cosa que no sea tener sexo. Creen que somos personas de cuerpos esculturales
(este mito es hijo de la sociedad que funciona como si cada uno estuviera todo
el día bajo las luces de un set). Que las mujeres nudistas aceptan la primera
oferta sexual que se les cruza porque están para eso (mito machista que produce
notables frustraciones en quienes se acercan previendo mejorar de modo fácil su
vida sexual). O piensan que los hombres nudistas somos todos homosexuales”.
Por si fuera necesario, Blanco –nudista desde
1995- aclara que al ser mirado por otros en ese contexto, no siente nada
demasiado distinto que cuando está vestido. “La seducción y la coquetería no
desparecen –señala- pero se desplazan. Siempre se trata de resultar agradable a
los demás pero al estar ausentes ciertos medios obvios como la ropa y sus
accesorios, se diversifica la comunicación”.
Para él lo mejor del nudismo es la sensación de
libertad que siente al estar sin ropa: “En una playa nudista hay menos
vergüenza y más respeto que en una convencional, porque dejas de darle
importancia a algunos elementos artificiosos de la llamada ‘vida social’´”. Ya
sea intencionalmente o sin proponérselo, los nudistas cuestionan el orden
social y la moral imperante, ponen en jaque la relación que tenemos con nuestro
cuerpo y la manera de mostrarlo. De una manera pacífica y con perfil bajo,
muestran a la sociedad que existen otras alternativas para pensar el cuerpo
propio y el de los otros; y que no hay una manera única de presentarse. “El
erotismo es una forma de ser y de actuar. No tiene que ver con la mera ausencia
de ropas”, explica Brenner. Y ejemplifica: “Una persona vestida puede ser más
erótica que una desnuda, porque sugiere o promete. Pero el nudismo naturista
considera que la actividad sexual de una pareja es algo privado e íntimo, por
lo que frente a terceros implica necesariamente la ausencia de actividad sexual
o de erotismo”.
Límites y limitaciones
Son jóvenes, hacen algo que les gusta y que no
hiere a otros. Sin embargo, Martín y Vanina reconocen que no es fácil compartir
abiertamente su elección por el nudismo. “En mi familia –cuenta Martín- lo
comenté y lo tomaron con suma naturalidad. Para un hombre es mucho más fácil
contarlo y no está tan mal visto socialmente. En cambio para la mujer es muy
difícil divulgarlo en su entorno, ya que por lo general son vistas como chicas
‘fáciles’”. Reconocen así que Vanina no puede comentarlo con su familia e
incluso con ciertas amigas por temor a las repercusiones en su ámbito laboral.
“Ella es docente y muchas veces esto se malinterpreta. Se cree que no es dar el
ejemplo correcto”, advierten. Los obstáculos pueden provenir del círculo más
íntimo, del núcleo familiar o de las amistades pero también desde el interior
de la propia pareja.
Ser o no ser nudista. Aunque en la Argentina no
existen estadísticas, según Apaña los nudistas naturistas más jóvenes tienen en
general más de 30 años. La mayoría son hombres, porque a la mujer le cuesta más
desnudarse. Entre los 10 y los 20 años dicen que hay muy pocos nudistas, ya que
la adolescencia trae aparejada la inseguridad con el propio cuerpo. Al vivir en
una sociedad que hace mucho hincapié en la imagen y en los estándares acerca de
cómo debe lucir una persona físicamente, estar vestidos nos da cierta
seguridad: podemos elegir qué mostrar y qué no. Ubicado en un lugar
diametralmente opuesto, el nudismo no rechaza los cuerpos que podrían
calificarse como imperfectos.
Para acercarse a esta práctica hay que superar
los prejuicios y estar dispuesto a mostrar el cuerpo tal cual es. Un largo o un
corto camino, según desde dónde y cómo se lo mire.
Fuente: Opinión Sur Joven, Argentina – Mayo 2009. Autores:
Alejandro Urman y Magalí Sztejn.
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