Un ingeniero en sistemas de 42 años frecuenta el parador con su familia. Su mujer no es nudista, y sus hijos a veces, según su humor. Todos los días conduce la 4x4 por la arena desde Mar de las Pampas a playa Querandí, cruzan caballos en los médanos, ven algún pescador y desembarcan con sombrilla, heladera y tablas. Su hija y su hijo, de 6 y 5 años corren desnudos al mar.
El parador está a cinco kilómetros de la playa más cercana. Se accede al campo delimitado por banderas en vehículos de doble tracción mientras algunos mirones los observan desde lejos.
Es la primera playa de nudismo familiar del país donde 30 personas se broncean desnudas junto a los suyos. "Tenía ganas, fui a playas nudistas, me sentaba en la arena, me tapaba con una manta, me cambiaba la sunga, pero no me animaba. Un día, mi hija me preguntó por qué iba al mar vestido si todos estaban desnudos. Le contesté: «Porque soy un tarado». Me la saqué y ahora me parece raro tenerla puesta", cuenta. No da su nombre por los prejuicios. Muchos creen que somos sátiros o que hay un componente sexual. Nada que ver.
El parador se inauguró en 2008 mediante un convenio de la Asociación para el Nudismo Naturista Argentino (Apanna) y el municipio de Villa Gesell para practicar nudismo soft. Están prohibidas las relaciones sexuales y las normas de convivencia son estrictas. Pueden ingresar menores con sus padres. Hay reglas de convivencia y libertad de sentir la arena en todo el cuerpo.
Otras playas nudistas atraen a los swinger y a los gay. "Cuando comenzamos, colocamos un cerco para mantener la privacidad. Era peor. Eso atraía a muchos. Lo sacamos y pusimos banderas", explica Hernán de 38 años, abogado, impulsor de esta playa escoltado por su madre con traje de baño. "Uno se acostumbra y es natural. A veces vienen mis nietos y mi nuera. "Cerca del parador toman mate abogados, un médico, amas de casa, padres, hijos, docentes, un director de escuela, desnudos. Hablan con naturalidad, se miran a los ojos y cuentan experiencias. Hay espaldas tatuadas, cuerpos depilados sin preocuparse por las poses y la estética. "Acá no hay esculturas sino cuerpos reales", aseguran.
Llevar lentes de sol evita la paranoia. Uno está vestido, los ve de cuerpo entero, pero intenta actuar como si no los viera. Es como un sueño en el que uno se descubre sin ropa, pero estando despierto. No es requisito estar desnudo para permanecer en la playa.
Se suman algunas personas vestidas, madres, esposas o hijos de los nudistas. Algunos cansados del sol se ponen la ropa.
Oscar es director de un colegio secundario. Para conversar prefiere ponerse una remera y la estira mientras habla. "¿Te imaginás si se enteran en la escuela?", dice. Su esposa no se anima. "El año pasado ni lo acompañaba. Este año vino. Creo que el año que viene se saca la parte de arriba". Tienen dos hijas, de 18 y 20 años. "No saben que venimos, sino se mueren. Es una edad difícil", agrega.
"El bronceado es increíble sin la bikini", asegura Silvana de 36 años, docente secundaria en Mendoza. Está en pareja con Rodolfo de 38, también profesor. Él propuso hacer la experiencia en la playa Escondida en Mar del Plata y lo repitieron en Chile.
Fuente
Un balneario en el que padres e hijos se broncean juntos y... desnudos
Por Evangelina Himitian , LA NACION, 25 de enero de 014.
Los mirones siempre estuvieron en las playas y es fácil identificarlos. “Se la pasan mirando las tetas, las mallas, si estás gorda o flaca”, se queja la masajista en Playa Escondida que se le anima al nudismo. Después de 13 años, la primera playa nudista de la Argentina sigue viva. Hay almuerzos gourmet, masajes de 45 minutos por $180 y un parador de cervezas y jugos.
Suelen tener ingresos medios para arriba, ser profesionales independientes, seguir modas vanguardistas. Muchas parejas gay tomadas de la mano o ella y él con los nenes corriendo como llegaron al mundo. Hay un espíritu de tribu. Hablan, conviven, nadie critica.
El nudismo avanza. En Villa Gesell está Querandí, clubes de nudismo en Córdoba y Buenos Aires. Playa Escondida tiene servicios “premium” en 200 metros de arena entre acantilados y médanos a 28 kilómetros de Mar del Plata, por la ruta 11, donde canta el viento. “Muchas parejas jóvenes se animan”, dice el administrador. Los pibes que iban a sorprenderse y reírse ya pasaron. La sociedad es más liberal y menos prejuiciosa. La seguridad no tiene que echar a algún “desubicado”.
Los días de semana se juntan 200 personas. Los findes se duplican. No hay que pagar. Se puede bajar con carpa o sombrilla. El balneario provee 20 sombrillas ($120 el día) y gazebos alrededor de la pileta climatizada ($ 360). El estacionamiento se paga, pero se puede dejar el auto en la ruta.
No hay música fuerte, pelotas de fútbol ni fotos. El placer es mezclarse con la naturaleza. La onda es tranqui. Nadie deja desperdicios. Entrás al mar desnudo, sentís el agua en todo el cuerpo y te sacás la arena de esas partes con más agua.
“La sensación de estar desnudo se extraña desde el vientre materno, teoriza una abuela. Un machista no se banca el nudismo. No es para cualquiera”.
Al principio los nuevos son cuidadosos pero se desinhiben rápido. Se deschavan solos porque pueden tener una erección y miran mucho. Fuente
Los nudistas, una tribu que suma fanáticos bien lejos de los mirones.
Por Ezequiel Viétez
www.adkaplan.blogspot.com
Nota. Es interesante saber sobre estos puntos de vista y/o apreciaciones sobre el naturismo nudista, de otros naturista sudamericanos, en especial éste, debido que hemos podido apreciar algunos otros comentarios y ha salido favorecido para conocimiento de los amigos (as) naturistas, seguidores y simpatizantes del naturismo internacional.
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