Piel, cuerpo y tacto son tres anillos
interdependientes, de modo que cuando uno se rompe, los tres se separan, tanto a
nivel físico como psicológico. La piel es el primer órgano que
se forma desde el principio de la vida, tiene cerca de ocho funciones diferentes
y permite al lactante amamantarse del pecho materno y, además, interactuar con
el medio ambiente. En los animales el lamido es responsable del sistema vital
del organismo,mantenimiento funcional y estímulo del sistema hormonal.
En los seres humanos el lamido es sustituido por el tacto, que constituye el primer modo de comunicación que transmite mensajes de placer entre la madre y el niño, y mensajes de seguridad, afecto y sensualidad.
El contacto sobre nuestro cuerpo desnudo es el medio de comunicación pre-verbal que nos informará sobre nuestra identidad, sobre el medio ambiente, la noción de placer o dolor y e narcisismo sano. Simboliza el reconocimiento y la aceptación del individuo, lo que permitirá que nos conozcamos a nosotros mismos, a los demás y al ambiente que nos rodea, y el que garantizará, cuando seamos mayores, un despertar sexual en buenas condiciones.
Cuerpo y Tacto, primer sentido perdido
La Organización Mundial de la Salud considera desde hace mucho tiempo que los seres humanos no están saludables si la mayoría de sus necesidades fundamentales, tanto físicas como psíquicas no están satisfechas. La sociedad en la cual vivimos no nos permite satisfacer nuestros instintos básicos y nuestras necesidades fundamentales. Cuerpo y tacto han estado prohibidos por muchos siglos, argumentándose que la pureza del individuo se relacionaba con su espiritualidad, siendo ésta la única forma de acceder a la Divinidad. El resto era pecaminoso, el cuerpo se consideraba vil y asiento de las bajas pasiones. En consecuencia, se infligía castigo físico a conductas pecaminosas, y ante la ocurrencia de pestes o desastres naturales se llegaba a las autoflagelaciones para congraciarse con Dios y conseguir el perdón. En nuestro país es posible observar este fenómeno de estigmatizar el cuerpo en las festividades religiosas, en donde las personas pagan las mandas ofrecidas a algún santo mediante el sufrimiento físico. También en nuestra vida diaria, a menudo escuchamos exhortaciones que involucran un rechazo hacia el cuerpo, por ejemplo: ¡No te toques!, o ¡Los cariños son para los niños!, etc.
Cuerpo y tacto son los primeros sentidos que perdemos cuando crecemos. Esto es porque en nuestro mundo occidental existe un subdesarrollo de ellos y, por extensión, de la ternura y de la relación física entre las personas. La gente se abraza sólo en ocasiones especiales. Si rozamos el cuerpo de alguien en una escalera, nos apresuramos a disculparnos. Incluso, si fijamos la vista sobre otra persona en el Metro desviamos la mirada como excusándonos. El cuerpo y la desnudez se reservan para ámbitos del arte, la danza, el teatro, la relación sexual o la medicina. En el cerebro existe una sustancia, la SRAA, cuyo papel es recibir los estímulos exteriores e interiores y devolver mensajes inherentes a la corteza y los músculos. Si el cuerpo no se estimula, poco a poco su sensibilidad se reduce, lo que implica una disminución en los sectores sensoriales, musculares y emocionales. Nos privamos, entonces, de “escuchar” a nuestro cuerpo, y, en consecuencia, a nuestras emociones, las que sustituimos por racionalizaciones de lo que es socialmente aceptable. Como nunca antes en la historia humana, se ha producido una subvaloración de las capacidades de nuestro cuerpo, ya sea protegiéndolo excesivamente al cubrirlo con prendas de vestir, calefacción o aire acondicionado, o dependiendo cada vez más de antibióticos y vacunas que nos impiden desarrollar mecanismos de autoinmunización; o simplemente coartando su naturaleza. Esta forma de condenar por un lado y sobreproteger por el otro, es lo que nos avergüenza y cohíbe de mostrarnos desnudos. Sin embargo, los medios audiovisuales nos saturan con mensajes de carácter sexual, con publicidad de mujeres y hombres semi desnudos, que no tienen otro objeto que un fin comercial. Este panorama hace que mucha gente se sienta aislada, sufriendo necesidad de afecto, comunicación, reconocimiento y pertenencia, lo que debilita nuestro sistema inmunitario y explica el gran número de enfermedades de origen sicosomático.
El Nudismo Naturismo
Desafortunadamente, la sociedad “moderna” tiende a asociar desnudez con sexualidad y erotismo, lo cual constituye un error. Esta asociación es fuertemente explotada por el mundo de la publicidad, la farándula y la pornografía. Pero suprimiendo estos prejuicios y tabúes, el nudismo permite una gran apertura hacia nosotros mismos y un escape corporal incomparable. Hasta hace muy poco en nuestra sociedad, exponerse desnudo se consideraba una provocación o una perversión. Sin embargo, la desnudez armoniosamente vivida y respetuosa con el medio ambiente y con los demás, exterioriza la salud que reina al interior de la persona. Los nudistasnaturistas se desprenden de sus ropas no sólo como parte de un pacto fraternal agradable, sino también por el placer de experimentar los elementos naturales; agua, aire y sol que acarician la piel y que recuerdan el estímulo natural del medio ambiente sobre nuestros cuerpos, como lo sentíamos cuando éramos niños. Hay que vivir la experiencia al menos una vez para comprender la libertad y expansión de cuerpo y espíritu que aporta el estar desnudo en contacto directo con la naturaleza.
El nudismo se vive individual o colectivamente. Hombres, mujeres, niños y adultos mayores, todas las generaciones se confunden en armonía. La desnudez colectiva favorece la convivencia, la tolerancia y la no discriminación, desarrolla la aceptación de nuestro cuerpo y, en consecuencia, el de los otros. La desnudez integral en plena naturaleza permite un mejor encuentro con nuestra intimidad. La percepción de los elementos naturales directamente sobre nuestra piel proporciona un sentimiento de bienestar que, lamentablemente, las represiones puritanas nos han hecho olvidar.
Los valores del nudismo-naturismo son los valores humanistas, respecto de sí mismos y de los otros, es decir, propicia la tolerancia y permite a muchas personas acomplejadas por sus cuerpos a aceptarse y amarse. Otorga respeto y dignidad a mujeres y hombres. Para mucha gente, el placer no se centra en la persona, sino en los órganos sexuales. El tacto, las caricias eróticas, se limitan al ámbito genital y casi exclusivamente durante las relaciones sexuales. En el nudismo-naturismo, en cambio, no se favorece ningún órgano específico, sino que se expone el cuerpo entero y, por extensión, a toda la persona, su comportamiento y su personalidad. Por decirlo de alguna forma, los nudistas se desprenden de las caparazones que la sociedad les impone, con el objeto de ser menos competitivos, sexistas y agresivos, y más sinceros, libres y asertivos, trayendo como consecuencia una mejor salud física y mental. Devolver al cuerpo el lugar que le corresponde, descubriendo el placer de vivir en armonía con la naturaleza, es la razón del nudismo-naturismo. Esta práctica, en que la desnudez no es más que uno de los componentes, se funda en una filosofía de vida que promueve la tolerancia, el respeto a uno mismo, a los otros y al medio ambiente. La desnudez individual o colectiva es sana y natural, se practica en contacto con la naturaleza y es fuente de agrado, al procurar una sensación de libertad y una vuelta hacia nuestros orígenes. Por Rubén Echevarría, basado en ideas del terapeuta Eric Brabant Santiago de Chile. Setiembre 2006.
En los seres humanos el lamido es sustituido por el tacto, que constituye el primer modo de comunicación que transmite mensajes de placer entre la madre y el niño, y mensajes de seguridad, afecto y sensualidad.
El contacto sobre nuestro cuerpo desnudo es el medio de comunicación pre-verbal que nos informará sobre nuestra identidad, sobre el medio ambiente, la noción de placer o dolor y e narcisismo sano. Simboliza el reconocimiento y la aceptación del individuo, lo que permitirá que nos conozcamos a nosotros mismos, a los demás y al ambiente que nos rodea, y el que garantizará, cuando seamos mayores, un despertar sexual en buenas condiciones.
Cuerpo y Tacto, primer sentido perdido
La Organización Mundial de la Salud considera desde hace mucho tiempo que los seres humanos no están saludables si la mayoría de sus necesidades fundamentales, tanto físicas como psíquicas no están satisfechas. La sociedad en la cual vivimos no nos permite satisfacer nuestros instintos básicos y nuestras necesidades fundamentales. Cuerpo y tacto han estado prohibidos por muchos siglos, argumentándose que la pureza del individuo se relacionaba con su espiritualidad, siendo ésta la única forma de acceder a la Divinidad. El resto era pecaminoso, el cuerpo se consideraba vil y asiento de las bajas pasiones. En consecuencia, se infligía castigo físico a conductas pecaminosas, y ante la ocurrencia de pestes o desastres naturales se llegaba a las autoflagelaciones para congraciarse con Dios y conseguir el perdón. En nuestro país es posible observar este fenómeno de estigmatizar el cuerpo en las festividades religiosas, en donde las personas pagan las mandas ofrecidas a algún santo mediante el sufrimiento físico. También en nuestra vida diaria, a menudo escuchamos exhortaciones que involucran un rechazo hacia el cuerpo, por ejemplo: ¡No te toques!, o ¡Los cariños son para los niños!, etc.
Cuerpo y tacto son los primeros sentidos que perdemos cuando crecemos. Esto es porque en nuestro mundo occidental existe un subdesarrollo de ellos y, por extensión, de la ternura y de la relación física entre las personas. La gente se abraza sólo en ocasiones especiales. Si rozamos el cuerpo de alguien en una escalera, nos apresuramos a disculparnos. Incluso, si fijamos la vista sobre otra persona en el Metro desviamos la mirada como excusándonos. El cuerpo y la desnudez se reservan para ámbitos del arte, la danza, el teatro, la relación sexual o la medicina. En el cerebro existe una sustancia, la SRAA, cuyo papel es recibir los estímulos exteriores e interiores y devolver mensajes inherentes a la corteza y los músculos. Si el cuerpo no se estimula, poco a poco su sensibilidad se reduce, lo que implica una disminución en los sectores sensoriales, musculares y emocionales. Nos privamos, entonces, de “escuchar” a nuestro cuerpo, y, en consecuencia, a nuestras emociones, las que sustituimos por racionalizaciones de lo que es socialmente aceptable. Como nunca antes en la historia humana, se ha producido una subvaloración de las capacidades de nuestro cuerpo, ya sea protegiéndolo excesivamente al cubrirlo con prendas de vestir, calefacción o aire acondicionado, o dependiendo cada vez más de antibióticos y vacunas que nos impiden desarrollar mecanismos de autoinmunización; o simplemente coartando su naturaleza. Esta forma de condenar por un lado y sobreproteger por el otro, es lo que nos avergüenza y cohíbe de mostrarnos desnudos. Sin embargo, los medios audiovisuales nos saturan con mensajes de carácter sexual, con publicidad de mujeres y hombres semi desnudos, que no tienen otro objeto que un fin comercial. Este panorama hace que mucha gente se sienta aislada, sufriendo necesidad de afecto, comunicación, reconocimiento y pertenencia, lo que debilita nuestro sistema inmunitario y explica el gran número de enfermedades de origen sicosomático.
El Nudismo Naturismo
Desafortunadamente, la sociedad “moderna” tiende a asociar desnudez con sexualidad y erotismo, lo cual constituye un error. Esta asociación es fuertemente explotada por el mundo de la publicidad, la farándula y la pornografía. Pero suprimiendo estos prejuicios y tabúes, el nudismo permite una gran apertura hacia nosotros mismos y un escape corporal incomparable. Hasta hace muy poco en nuestra sociedad, exponerse desnudo se consideraba una provocación o una perversión. Sin embargo, la desnudez armoniosamente vivida y respetuosa con el medio ambiente y con los demás, exterioriza la salud que reina al interior de la persona. Los nudistasnaturistas se desprenden de sus ropas no sólo como parte de un pacto fraternal agradable, sino también por el placer de experimentar los elementos naturales; agua, aire y sol que acarician la piel y que recuerdan el estímulo natural del medio ambiente sobre nuestros cuerpos, como lo sentíamos cuando éramos niños. Hay que vivir la experiencia al menos una vez para comprender la libertad y expansión de cuerpo y espíritu que aporta el estar desnudo en contacto directo con la naturaleza.
El nudismo se vive individual o colectivamente. Hombres, mujeres, niños y adultos mayores, todas las generaciones se confunden en armonía. La desnudez colectiva favorece la convivencia, la tolerancia y la no discriminación, desarrolla la aceptación de nuestro cuerpo y, en consecuencia, el de los otros. La desnudez integral en plena naturaleza permite un mejor encuentro con nuestra intimidad. La percepción de los elementos naturales directamente sobre nuestra piel proporciona un sentimiento de bienestar que, lamentablemente, las represiones puritanas nos han hecho olvidar.
Los valores del nudismo-naturismo son los valores humanistas, respecto de sí mismos y de los otros, es decir, propicia la tolerancia y permite a muchas personas acomplejadas por sus cuerpos a aceptarse y amarse. Otorga respeto y dignidad a mujeres y hombres. Para mucha gente, el placer no se centra en la persona, sino en los órganos sexuales. El tacto, las caricias eróticas, se limitan al ámbito genital y casi exclusivamente durante las relaciones sexuales. En el nudismo-naturismo, en cambio, no se favorece ningún órgano específico, sino que se expone el cuerpo entero y, por extensión, a toda la persona, su comportamiento y su personalidad. Por decirlo de alguna forma, los nudistas se desprenden de las caparazones que la sociedad les impone, con el objeto de ser menos competitivos, sexistas y agresivos, y más sinceros, libres y asertivos, trayendo como consecuencia una mejor salud física y mental. Devolver al cuerpo el lugar que le corresponde, descubriendo el placer de vivir en armonía con la naturaleza, es la razón del nudismo-naturismo. Esta práctica, en que la desnudez no es más que uno de los componentes, se funda en una filosofía de vida que promueve la tolerancia, el respeto a uno mismo, a los otros y al medio ambiente. La desnudez individual o colectiva es sana y natural, se practica en contacto con la naturaleza y es fuente de agrado, al procurar una sensación de libertad y una vuelta hacia nuestros orígenes. Por Rubén Echevarría, basado en ideas del terapeuta Eric Brabant Santiago de Chile. Setiembre 2006.
Nota: Excelente interpretación del
naturismo.
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