La crisis nos ha sumergido a todos. La veíamos venir, pero creo que no éramos plenamente conscientes de ella hasta que nos hemos visto aislados y encerrados en nuestras casas. Los que hemos tenido suerte y no sólo disfrutamos de buena salud (nosotros y nuestras personas más queridas), sino conservamos nuestro trabajo y podemos ejercerlo de un modo virtual, podemos sentirnos más que satisfechos. Pero inevitablemente, nuestra vida social se ha visto muy mermada. Somos seres sociales y, aunque disponemos de modos de comunicación impensables hace unos años, echamos de menos la presencialidad, el contacto más estrecho con los demás. El naturismo promueve el contacto con la naturaleza y unas relaciones sociales basadas en el desnudo social (desnudo entre desnudos). Imposible en estos momentos. Podemos seguir siendo nudistas, eso sí, y seguir viviendo en el espacio doméstico sin las restricciones que nos impone la ropa, como pueden apreciar en este par de imágenes con las que ilustro estas notas. Esperar que esto termine. Terminará sin duda; pero dará paso a un mundo muy diferente, aún más difícil de prever que lo fue la situación actual. Quiero ser optimista y pensar que ese nuevo mundo será más solidario y respetuoso con las personas y la naturaleza, menos consumista, y todos esos valores que defendemos dentro de las agrupaciones naturistas. Ánimo.
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