11.02.19. Bertrand Arthur William Russell, (1872-1970) fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura en 1950. Pero su pensamiento liberal le granjeó persecuciones en su época, y sus opiniones acerca de la desnudez, fueron condenadas como “repulsivas” por un juez quien citó uno de los primeros libros “La educación y la vida buena”. Esto se presentó como prueba de que la cátedra de filosofía de la Universidad se convertiría en Cátedra de “indecencia” si se permitía aquel nombramiento. Se pretendía presentar a Russell como un “lujurioso, erotomaníaco y lascivo” que patrocinaba una especie de exhibicionismo familiar.
Citamos en este espacio algunas de sus opiniones:
El tabú contra la desnudez es un obstáculo para una actitud decente hacia el sexo. Cuando se trata de los niños, ahora lo reconoce mucha gente. Es conveniente que los niños se vean y vean desnudos a sus padres, cuando esto sucede naturalmente.
Habrá un corto período, probablemente a los tres años, en que el niño se interese por las diferencias entre su padre y su madre, y las compare con las diferencias entre él y su hermana, pero este período pasa pronto, y luego ya no se interesa por la desnudez. Mientras los padres no quieran que los hijos los vean desnudos, los hijos tendrán necesariamente la sensación de que hay un misterio, y al tener esta sensación se harán lascivos e indecentes. Sólo hay un medio de evitar la indecencia, y es evitar el misterio. -Un niño debe ver, desde el primer momento, desnudos a sus padres y hermanos, cuando esto suceda naturalmente. No hay que violentar ninguna de las dos cosas; sencillamente no debe dársele la impresión de que a la gente le afecta la desnudez-.
También hay importantes razones en materia de salud en favor de la desnudez, como por ejemplo el baño de sol. El sol sobre la piel desnuda tiene un efecto extraordinariamente saludable. Además, cualquiera que ha visto correr a los niños desnudos al aire libre, tiene que haberse dado cuenta de que se mueven con mucha mayor gracia y libertad que cuando van vestidos. Lo mismo ocurre con los adultos.
El lugar adecuado para la desnudez es el aire libre, el sol y el agua. Si nuestros convencionalismos lo permitiesen, la desnudez dejaría pronto de ser un incentivo sexual; todos nos portaríamos mejor y estaríamos más sanos por el contacto del aire y el sol en la piel, y nuestros patrones de belleza coincidirían más con nuestros patrones de salud, ya que tendrían en cuenta el cuerpo y su actitud, no sólo la cara.
Hay también importantes razones en materia de salud en favor de la desnudez, como por ejemplo el baño de sol. El sol sobre la piel desnuda tiene un efecto extraordinariamente saludable. Además, cualquiera que ha visto correr a los niños desnudos al aire libre, tiene que haberse dado cuenta de que se mueven con mucha mayor gracia y libertad que cuando van vestidos.
Lo mismo ocurre con los adultos. El lugar adecuado para la desnudez es el aire libre, el sol y el agua. Si nuestros convencionalismos lo permitiesen, la desnudez dejaría pronto de ser un incentivo sexual; todos nos portaríamos mejor y estaríamos más sanos por el contacto delire y el sol en la piel, y nuestros patrones de belleza coincidirían más con nuestros patrones de salud, ya que tendrían en cuenta el cuerpo y su actitud, no sólo la cara. A este respecto, hay que encomiar la práctica de los griegos.
El notable incremento en el número de piscinas privadas y la multitud que acude a las playas en verano, donde el baño acompaña a la exposición al sol y la brisa, testifican de nuevo el gran placer que supone la excitación sensorial derivada de desnudarse y exponer la piel a los elementos.
Por su parte C. W. Saleeby hizo un elocuente comentario al respecto en su libro “Sunlight and Health” acerca de la piel:
Este órgano admirable, la envoltura natural del cuerpo que crece constantemente a lo largo de la vida, cuenta al menos con cuatro grupos diferenciados de nervios sensoriales, es esencial para la regulación de la temperatura, es impermeable hacia el interior pero permite la libre excreción de sudor, es resistente a los microbios si no está rasgada y puede absorber rápidamente la luz solar; este órgano hermoso, versátil y maravilloso suele hacerse desaparecer, palidecer y cegar casi por completo por la ropa y sólo gradualmente puede devolverse al aire y la luz que constituyen su entorno natural. Entonces, y sólo entonces, aprendemos de lo que es capaz…
Cabe señalar que la noción de bronceado como indicio de salud apareció en la década de 1920, que se corresponde con el período en que las autoritarias enseñanzas de los behavioristas hacían que los padres tratasen a sus hijos como autómatas y las caricias y otras formas de estimulación cutánea se redujeron al mínimo. Es muy posible que ambos fenómenos estén relacionados.
Fuente: Comunidad Naturista
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