Ninguna mujer merece el destino que la humanidad le ha reservado, por medio de diversos tipos de costumbres asentadas en criterios religiosos a través de los tiempos.
Se trata exclusivamente de cada una de las desventajas de trampas preparadas hace miles de años por los diversos segmentos dominados por culturas machistas.
Pero para alcanzar ese propósito, todas las mujeres necesitan la concientización plena de los objetivos de estos formatos conductuales establecidos hasta hoy y rebelarse contra sus formas de concepción, por la urgente necesidad de revolucionar la metodología esclavócrata embutida en cada uno.
Víctimas de una idea ardilosa, que concibe la moralidad vinculada exclusivamente a la apariencia exterior, implantada desde su formación pueril por una clase dominante masculina y religiosa, con el objetivo de minimizar la capacidad mental femenina, las mujeres son estimuladas a internalizar una debilidad que las lleven a la veneración a los bienes materiales pretensamente realzadores de su aceptación social. A través de prisiones a los patrones de belleza, incrustados en la opinión pública por un medio connivente con la rama machista de la sociedad, ellas acaban por conformarse pasivamente con esa situación.
El autor de una amplia argumentación para convencerlas al desapego a esa mentalidad, en que la plástica determina el tamaño de su acogida popular, mostrando que la pasividad en relación a la obligatoriedad del uso de las ropas viene trayendo perjuicios a la dimensión de ese ser humano mentirosamente imputado como sexo frágil.
http://www.rones.com.br/mulheres.htm
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