07.09.15. Desnudos al sol de septiembre, decenas de bañistas celebraron ayer su «día sin bañador» en la piscina de la Casa de Campo. El Ayuntamiento de Madrid cedió a la demanda de la Asociación para el Desarrollo del Naturismo (ADN) y dejó que la instalación se llenara de cueros. El cielo clareado, sin rebasar los 25 grados, animaba al chapuzón. Los cuerpos desnudos entraban y salían del agua sin la menor vergüenza. «¿Y por qué vamos a tenerla si nacimos así? ¿Acaso yo tengo algo distinto que quien lo esconde bajo un bañador?», comentaba risueño un joven que apuró con sus amigos la temporada de baño en la piscina municipal.
El rubor viajaba ayer entre quienes acudieron con el atuendo habitual. Aunque todos reaccionaron a la cita visual con aparente naturalidad, el chascarrillo era inevitable. Una señora muy bronceada comentaba con sus amigas el panorama, más propio de playas y lagos que de recintos cerrados como la charca municipal. «Los hombres están muy feos así, con el colgajillo...», fue su principal conclusión. A su lado, una mujer hispana admitía que prefería no mirar al grupo nudista. «Los ojos son traicioneros y al final se van ahí», se excusó, quitando hierro al asunto. Otro grupo de señoras jubiladas, muy morenas, aprovechó la ocasión para hacer «top less».
Pese a la convocatoria naturista fueron mayoría los usuarios que lucieron palmito en licra. La entrada fue media, con ausencia destacada de familias y niños, que los abonados achacaron a la proximidad del nuevo curso.
Todos advertidos previamente de lo que se encontrarían este domingo. En la entrada, la taquillera hacía de refuerzo al cartel que desde el pasado jueves colgaba en aviso. «Con motivo de la celebración del día del bañador opcional los usuarios de las piscinas de verano que lo deseen podrán acceder y usar las mismas sin traje de baño», se dejaba leer.«Pues me acaban de decir que unos chicos han venido y no les habéis avisado. ¡Tienes que decirlo a todos antes de entrar!», le recriminó un joven a la empleada municipal. Según dijo luego, nadie se dio la vuelta para marcharse. «No ha habido ningún problema. Total normalidad», apuntaron los trabajadores, apostados a la sombra.
Desde mediodía, los naturistas se fueron juntando en uno de los laterales ajardinados del recinto. Alguno se sentó cómodamente en los bancos de piedra que rodean la piscina, algo que motivó el reproche de unas señoras en bikini, aunque no se lo dijeron a ellos. De hecho, la mayor polémica llegó por el volumen de la música, con la que los socorristas animaban, en broma, a hacer gimnasia acuática. «La iniciativa está bien, pero lo lógico es que se habilitara una piscina todo el año», sostuvo un veterano, que gastó gorra como única defensa ante el escrutinio ajeno. En el ocaso del verano, la crema solar recubrió las zonas blancas al descubierto.
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