Por cruel y primitivo que suene, aproximadamente 48 países de 195 naciones del mundo no penalizan la violación de la esposa por parte de un marido. Permiten que un hombre obligue a su esposa a tener relaciones sexuales a su antojo sin repercusiones legales. Básicamente, porque la esposa se ha convertido en propiedad de su marido. Simplemente por su matrimonio, ha consentido implícitamente tener relaciones sexuales cuando y como él elija. No tiene derecho a negarse, un principio con matices culturales o religiosos.
Es más probable que a estas mujeres se les diagnostiquen efectos adversos a largo plazo, tanto mentales como emocionales y físicos.
Realmente espero un futuro en el que la violación sea vista como el acto inhumano que es, incluso en los confines del matrimonio.
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